MontBlanc
Más de 160 años de tradición
La tradición relojera de Montblanc se remonta a 1858, cuando Charles-Yvan Robert fundó un taller de relojería en Villeret, en las montañas suizas del Jura. Aunque en ese momento no lo supiera, ese hecho marcaría el inicio de la histórica era Minerva. En el siglo y medio posteriores, Minerva se convertiría en una de las principales manufacturas especialistas en cronometría de precisión para profesionales de todo el mundo.
En 1880 ya se había ganado una sólida fama por innovar creando relojes de bolsillo a los que se daba cuerda con la corona, sin necesidad de tener que usar una llave. Y eso no fue más que el principio. Minerva se centró entonces en el cronometraje de precisión, convirtiéndose en especialista destacada en la fabricación de relojes de bolsillo y cronómetros profesionales.
Empezó con una línea de cronógrafos monopulsadores y culminó esa misión en 1916 con la producción de un cronómetro preciso hasta la centésima de segundo. Apenas unos años después, Minerva inventó el calibre 13.20, uno de los primeros cronógrafos monopulsadores creados para relojes de pulsera, logrando un hito en la historia de la Manufactura. Aproximadamente una década más tarde, hizo su aparición el mítico calibre 17.29, uno de los cronógrafos monopulsadores más finos, que apenas medía 5,6 mm de altura.
Más de 160 años de tradición
La tradición relojera de Montblanc se remonta a 1858, cuando Charles-Yvan Robert fundó un taller de relojería en Villeret, en las montañas suizas del Jura. Aunque en ese momento no lo supiera, ese hecho marcaría el inicio de la histórica era Minerva. En el siglo y medio posteriores, Minerva se convertiría en una de las principales manufacturas especialistas en cronometría de precisión para profesionales de todo el mundo.
En 1880 ya se había ganado una sólida fama por innovar creando relojes de bolsillo a los que se daba cuerda con la corona, sin necesidad de tener que usar una llave. Y eso no fue más que el principio. Minerva se centró entonces en el cronometraje de precisión, convirtiéndose en especialista destacada en la fabricación de relojes de bolsillo y cronómetros profesionales.
Empezó con una línea de cronógrafos monopulsadores y culminó esa misión en 1916 con la producción de un cronómetro preciso hasta la centésima de segundo. Apenas unos años después, Minerva inventó el calibre 13.20, uno de los primeros cronógrafos monopulsadores creados para relojes de pulsera, logrando un hito en la historia de la Manufactura. Aproximadamente una década más tarde, hizo su aparición el mítico calibre 17.29, uno de los cronógrafos monopulsadores más finos, que apenas medía 5,6 mm de altura.